Café con clavos y canela
Hoy recordé el sabor del café campesino, el café de mi abuela. Recuerdo que ella no se tomaba la preparación a la ligera, no sólo era café, azúcar y batirlo apresuradamente, era hacerlo clarito para Don Edward, oscuro para ella, y siempre le agregaba clavos y canela. Tres misterios de la palabra me hacen sonreir, el porqué ella (y muchas personas) no me llamaban por mi nombre, el porqué le decia Don a un niño de tirantas que balanceaba las piernas esperando el café, y el porqué les dicen clavos a los clavos.
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